Una de las muchas satisfacciones que me ha regalado el poder estar frente a grupo, ha sido conocer lo que en la Universidad del Valle de México Campus Monterrey se denominó El Proyecto San Nicolás.
Un grupo de policías municipales platicaron entre ellos, hicieron saber sus inquietudes al entonces alcalde, Ing. Zeferino Salgado Almaguer y obtuvieron lo que entonces parecía un sueño: el apoyo de la Presidencia Municipal de San Nicolás de los Garza, municipio de la zona conurbada de Monterrey que siempre se ha distinguido por ir a la cabeza en muchos rubros, para poder estudiar. Se les prometió el apoyo de la Presidencia Municipal, de los jefes policiacos y así, un día empezaron las clases.
La Presidencia Municipal de San Nicolás celebró pláticas y convenios con la Universidad del Valle de México, Campus Monterrey y decidieron realizar los ajustes académicos necesarios para poder ofrecer la Licenciatura en Seguridad Pública, recibir al grupo del Proyecto San Nicolás y empezar…
Y empezaron. Tuve la fortuna de impartir una materia allá al principio de la carrera, cuando aún no recordaban lo que era estar en un aula, cuando estaban rígidos, tiesos, formales en extremo y ajenos al bullicio que es la característica del estudiante.
Claro, como policías en activo, con funciones y problemas, con familia y responsabilidades, el camino se hizo más pesado. Y lo fueron escalando, paso a paso, día a día, hasta que lograron lo que al principio parecía un sueño: completar la carga académica y poder obtener su título.
En una clase con ellos, la primera, al entrar al salón recuerdo que se pusieron de pie, gesto de respeto y muestra de la disciplina que los caracteriza, saludaron a coro, con voz tronante, de policías y luego, esperaron la orden para tomar asiento. Creo que nunca había tenido yo un salón tan bien portado. Con los días empezó el conocimiento y luego, la relación que existe entre el alumno que todo quiere saber y el maestro que ya no encuentra qué explicarles, pues ya saben todo. Así los sentí. Con ansias de aprender, con ganas de saber todo.
El día que terminé mi curso y tuve que decirles que otra persona les impartiría una nueva clase, hubo bromas. Hasta la fecha los recuerdo con aquella naturalidad de escolapios primerizos, a pesar de ser formalmente, unos señores policías.
E íbamos a almorzar, en el descanso, todos muy tranquilos, en una universidad que pareciera hecha nada más para nosotros, los integrantes del Proyecto San Nicolás y el maestro. Con lo que no contábamos es que un día habrían de ingresar, como es lógico, los alumnos de preparatoria. Ese primer día de clases de los de bachillerato, llegamos primero a la cafetería, muy tranquilos, pedimos y empezamos a disfrutar los alimentos, pues sólo dispone uno de unos minutos antes de continuar la clase. Igual, a los de prepa les dan también sólo unos minutos. La diferencia es que nosotros éramos formales, los policías y yo y ellos, los de bachillerato… bueno, con decirles que tuvimos que cambiar el horario del descanso precisamente para no coincidir con aquella multitud.
Tuve el orgullo de impartir tres materias con ellos, todas al principio. Me queda a deber la Universidad y ya no podrá pagarlo, la oportunidad de haberles impartido alguna de las últimas materias. Me hubiera gustado verlos en el salón, ahora que ya han transcurrido más de tres años desde aquellos días en que me preguntaban que qué era un ensayo, que cómo se hace una presentación en Power Point, que si la tarea que les revisó su hijo de primaria está bien hecha y otros temas igual de difíciles.
Hoy, estoy cierto que su horizonte se ha ampliado. Hoy confío en que las palabras que los primeros días les sonaban como en chino, les sean familiares. Hoy veo unos seres humanos con ilusiones, con familias orgullosísimas, con la frente en alto pues han logrado un éxito más, de los que valen la pena y que no se compran con dinero.
Hoy la Universidad y el Ayuntamiento de San Nicolás de los Garza entregan a la sociedad a un grupo de hombres probos, dignos, con carácter y además, con conocimientos. Ya no serán sólo policías, que en sí, es el honroso título que se le brinda a quien defiende, custodia y protege a los demás. Hoy además, son Licenciados en Seguridad Pública. Orgullosos ellos de su logro y orgulloso yo, de haber contribuido a su formación. La promesa primera de un alcalde pasó a otro y hoy, el Ing. Carlos Alberto de la Fuente es quien cosecha lo que sembró el Ing. Zeferino.
Desde aquí, va mi abrazo fraterno a todos y cada uno de los integrantes del Proyecto San Nicolás, Licenciados en Seguridad Pública. Querer es poder.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
Mtro. José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario