martes, 22 de diciembre de 2009

La adopción.

Encontrar un lugar para los niños que han quedado solos, ya por accidentes, ya por violencia familiar, ya por abandono de sus familias o por las razones que Usted quiera, ha representado un problema de muy difícil tratamiento para los gobiernos a lo largo de los tiempos.

Es un tema que desde hace mucho ha causado controversia, pues existen tanto quienes la apoyan como quienes la condenan, unos y otros haciendo valer argumentos de peso, tanto morales como legales, religiosos, sociales, étnicos y de todo tipo.

La adopción implica una muy larga serie de requisitos a cubrir por parte de quien pretende le sea dado un menor para convertirse en su tutor, en su mentor, en su ascendiente, para todos los efectos legales a que haya lugar.

Ahora bien, quienes están en espera de ser adoptados son menores que carecen de una familia propia, que no tienen quien haya de velar por ellos y que están creciendo ayunos de afecto, sin más apoyo que el que de manera institucional puede brindarles el estado, cuya función no es precisamente la de ocuparse de la crianza de los menores.

Ya, con las reformas habidas a la legislación vigente en el Distrito Federal, se da ya como realidad la unión entre personas del mismo sexo, hombres o mujeres, con la intención de formar un matrimonio y a la larga, una familia.

Obvio, esa familia no podrá tener hijos y por ende, sólo mediante la adopción podrán contar con un niño en casa.

Sin embargo, voces muy autorizadas reprueban esas uniones como reprueban la posible adopción de los menores.

Mi pregunta ahora, para Usted, mi querido lector, es en el sentido de que si será más humano, más decente, más correcto, dejar a unos niños al garete en un centro oficial para menores sin familia que proporcionarles una, que los haya buscado para poder brindar amor a los niños, precisamente porque no tienen la aptitud de reproducirse entre sí, que ha sido básicamente la constante que provoca la adopción.

Efectivamente, las parejas, del tipo que sean, que por cuestiones fisiológicas no son aptas para procrear, buscan la adopción como forma de entregar el gran amor de que están investidos.

Así, un matrimonio de tipo convencional que por una enfermedad de él o de ella no puede tener hijos, busca la adopción como forma de lograr completar la familia.

Creo yo, que no es válido negarles la capacidad de amor por el sólo hecho de que un órgano se encuentre dañado. Es discriminación en su más pura expresión.

Igual, negarle la capacidad de adoptar a una pareja ya legalmente constituida según porque se aparta de algunos cánones, de igual modo será discriminación, no importan las razones que pretendan argüirse.

El menor tiene derecho a crecer en un hogar donde sea amado y las personas, solteras o casadas, que deseen formar una familia mediante la adopción, de igual manera han de poder hacerlo, mientras estén en posibilidad de brindar a los menores afecto, amor, comprensión y una forma decente de vida, con todo lo que ello implica.

Siempre ha de ser mejor un abrazo y un beso, que un torrente de odio, de gritos y de infamias. Creo que deberían cambiarse las leyes para permitir lo mejor para todos. Siempre.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

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