sábado, 26 de noviembre de 2016

La importancia de la Ética para los abogados.




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante

Como en toda disquisición y por cuestión metodológica, en primer lugar, vamos a tratar de definir a la Ética y lo hacemos, primero, en los términos que utiliza el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y dice así:

4. f. Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva.
5. f. Parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores[1].

Las primeras tres definiciones que ahí aparecen no tienen relevancia para nuestra charla.

Ahora, ¿Qué o cuáles son las normas morales que rigen la conducta del hombre en cualquier ámbito de la vida? ¿Quién es responsable de inculcar esas normas? ¿Qué sanción existe para quién no las cumple?

Ahí comienzan nuestros problemas y es lo que vamos a tratar de desvelar aquí.

Desde que ustedes comienzan a estudiar derecho, creo que es en la materia de Introducción al estudio del derecho, les explican que básicamente hay cuatro tipos de reglas de conducta que el hombre debe acatar para poder vivir en sociedad: normas morales, normas religiosas, convencionalismos sociales y normas jurídicas.

1.- Las normas morales, que son las que nos inculcan en base a lo bueno y lo malo, lo ético, lo correcto según la sociedad.

2.- Las normas religiosas, que provienen de la comunidad religiosa a la que seamos afectos. En nuestra patria, de una inmensa mayoría de corte católico, igualmente constituyen códigos de conducta que nos impelen a manejarnos de manera correcta.

3.- Los convencionalismos sociales. Aquí aparecen aquellas conductas que, sin ser de corte moral o religioso, sí se imponen por la sociedad como válidas o correctas.

4.- Por último y sin que por ello sean menos importantes, las normas jurídicas. Éstas son las que el legislador, que representa al pueblo, ha creado como forma de vida obligatoria y a las que, al desobedecer, traerán como consecuencia se impongan las sanciones que en los propios códigos se establecen.

Efectivamente, si desobedecemos una norma moral o religiosa, la sanción o castigo nace en nuestro fuero interno, en nuestro interior. Nadie nos podrá decir que hicimos mal. Pero nosotros sabemos que nuestra conducta se apartó de lo correcto, de lo ético, de lo moralmente válido y más aún, que puede ser molesto a los ojos de Dios. Solos, nos imponemos las sanciones.

Cuando lo que se trasgrede es un convencionalismo social, no existe pena formal impuesta por el estado, pero sí, vamos a lograr ser desaprobados por la sociedad en general. Que yo no vivo de lo que diga la gente, dirán algunos y tienen razón. Actuar con base en el “qué dirán”, se aparta de una conducta correcta, nos lleva a grandes frustraciones y a nada práctico conduce. Pero debemos ceñirnos en términos generales a lo que la sociedad estima como correcto, aun cuando sepamos bien que existen otras formas de vida.

En cambio, violar, violentar, transgredir, infringir, faltar a lo que está estipulado en las normas jurídicas debe tener una sanción y esa sanción es ajena a la voluntad del infractor.

Ahora lo que estamos tratando de definir y analizar, es ¿Qué importancia tiene la ética para los abogados? Digo, si es que tiene alguna…

Y sí, admito, acepto y reconozco que una conducta contraria a derecho, va a tener una sanción jurídica. Cárcel incluida. No vamos a tocar ese tema. Lo que nos mueve es cuando no hay quién vigile o supervise al abogado, cuando no tiene más control que sus propios valores: decencia, verdad, honradez, dignidad, amor propio, autoestima, en suma, cuando se valora la posibilidad de pararte frente al espejo y que no te de asco la persona que estás viendo.

Eso es actuar con dignidad. Cuando sabes que alguna vez fuiste maestro en alguna universidad y que muchos años después, un excelente exalumno te invite a dar una plática frente a un grupo de nuevos jóvenes y sabes que puedes regresar con la frente en alto, pues no incurriste en ninguna conducta impropia. Cuando tu vida en el foro ha sido de tal manera que todo podrá decirse de ti, menos que alguna vez hayas actuado de manera contraria a la moral, al derecho, a las buenas costumbres o a lo que prevalece en el actuar jurídico.

Por eso estoy aquí. Por eso su maestro me ha invitado y ustedes han de saber que quien honra, se honra.

Me gustaría conocer su opinión. Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.





[1] Tomado del Diccionario de la Real Academia Española http://dle.rae.es/?id=H3y8Ijj|H3yay0R

lunes, 21 de noviembre de 2016

La forma correcta de hacer las cosas



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante


Un día estaba en clase. Tenía 50 minutos diarios para explicar derecho fiscal. Y setenta alumnos. Y comencé a pasar lista, pero no de la manera “normal”. Preguntaba algo y volteaba a ver la lista. Decía un nombre, si estaba presente tenía que contestar la pregunta y tenía asistencia. Si no estaba presente, pues la falta de inmediato y al siguiente, hasta que alguien contestara. De pronto una de las muchachas de cien, me reclamó: ─Esa no es la manera de pasar lista.

Y pregunté yo: ─ ¿Por qué no? La respuesta: ─ Así no lo hace nadie. No es la manera normal de hacerlo.

Y como ese, he tenido varios incidentes en mi vida en los que me reclaman por no hacer las cosas de la manera ortodoxa, es decir, “de la manera normal”, cuando no hay quién defina lo que es la normalidad.

Comenzamos por poner como ejemplo las leyes. Durante muchos años, las mujeres en México no podían votar y eso era lo normal, lo correcto, lo que se conoce como derecho positivo. Sin embargo, a fuerza de insistencia y de buscar el cambio, un día se logró y ahora todos los ciudadanos del país, hombres o mujeres mayores de 18 años, pueden votar y ser votados. Claro, hay sus excepciones, pero son las menos.

Lo que muchos años fue “normal”, que las mujeres no pudieran votar, cambió. Ahora lo normal es que sí lo puedan hacer.

Más atrás, en el tiempo, encontramos que la gente acudía a los mercados y compraban, en una compraventa de carácter civil, uno, dos o más esclavos para que sirvieran en una casa, hacienda, o fábrica. De pronto eso cambió, cuando se vino la ola de aboliciones de esclavitud en muchos países, el nuestro entre ellos. Pero fue válido y “normal” muchos siglos. Ya no, pero lo fue.

Así, lo que hoy vemos como normal, puede ser que mañana cambie totalmente y sea no solo ajeno a lo normal, sino, inclusive contrario a derecho. Venustiano Carranza, seis meses antes de la constitución de 1917, esa preciosa que contiene las garantías sociales tan avanzadas en el mundo, firmó un decreto por el que se condenaba a pena de muerte a los obreros que participaran en una huelga. Es decir, las huelgas estaban prohibidas y de pronto, se permitieron y aún más, se impulsaron. Son cuestiones de los tiempos.

Yo tuve la fortuna de estudiar cuando había competencias de lectura y las calificaciones se obtenían como resultado del esfuerzo. Hoy, para no traumar al estudiante, hay que permitirle todo tipo de licencias… los resultados están a la vista.

Ya no es tiempo de hacer que los alumnos luchen por una calificación. Ahora se debe buscar que piensen, que encuentren el conocimiento a través del pensamiento, como forma creativa. Memorizar está bien para los elefantes y los que así quieran hacerlo. Lograr que el alumno descubra la realidad al ponerla frente a sus ojos es el reto del docente y también, la mayor satisfacción para el maestro.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.

El resultado de la mala calidad académica




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante


La instrucción escolar, la preparación que se entrega a los alumnos en las aulas, obedece a planes estructurados desde las más altas esferas de la política educativa. Y más aún, la instrucción escolar que se imparte en México, atiende a dictados de fuerzas ajenas a nuestra realidad nacional, como son la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE por sus siglas, así como muchos otros indicadores internacionales que han marcado el rumbo en políticas educativas.

Sin embargo, no por el hecho de ser extranjero algo ha de funcionar y menos aún, resulta ser la panacea para todos los males. Para nuestros próceres, los que ahora están en el poder y que han estado los últimos veinticinco o treinta años, todo lo que viene de fuera es mejor que lo nuestro.

Cierto, algunos hijos de México salieron a estudiar al extranjero en sus años mozos y aprendieron otras culturas, otras formas de vida y escenarios distintos. Pero el mal no es privativo de nuestro país y para muestra, baste y sobra decir que apenas ayer cinco de noviembre de 2016, Francia anuncia que volverá al sistema tradicional, al antiguo, de enseñanza, regresándole su vigor y fuerza a las materias que se habían eliminado de la currícula: etimologías, civismo, lectura y redacción, comprensión lectora, ética y cosas así. Claro, ahora vuelven por sus fueros los concursos de lectura en atril, de velocidad lectora y de comprensión. Algo que los que dirigen las políticas educativas en el país no conocen y nunca han conocido.

Y para no ir muy lejos quiero comentar con usted algunas experiencias de los últimos días, algo cercano, para que esté usted en posibilidad de comprender mi dicho.

Acudo a una notaría pública, negocio de años, a realizar un trámite y cuando veo lo que están haciendo, me dio pena ajena. Aquello era una porquería de escrito, lleno de errores de ortografía y al señalarlo, me dicen: ─En el juzgado lo corrigen…

Ese creer que siempre habrá alguien más que se encargue de corregir los yerros de uno, es parte del problema que nos aqueja. Aun cuando sea tarea del juzgado revisar la redacción de un escrito, quien lo hace es responsable de que esté bien hecho.

Mas, ¿cómo es posible pedirle a alguien que no sabe hacer una cosa que la haga bien? Hace poco, en clase, encargué a mis alumnos un ensayo, pero antes pregunté si sabían hacer ensayos. La respuesta sonó así, como obvia y con suficiencia: ¡claro, profe!!

Cuando comencé a recibir los trabajos, empezaron los problemas. Al hablar con ellos, me dijeron: ─es que usted está calificando algo que nadie nos ha explicado nunca. Y tuve que comenzar desde el principio, a explicar qué es un ensayo y cómo se hacen.

Y les comento que reviso ortografía, redacción, originalidad, concordancia y todo eso que viste un escrito. De inmediato surgen las preguntas: ¿qué significa cada una, profe?

Es increíble encontrar gente a nivel licenciatura o posgrado, que acentúan examen porque suena fuerte la a. Ignoran por completo la regla de ortografía, pero la culpa no es de ellos, es del sistema que omitió enseñar esa parte. Y la culpa más bien, es del sistema social, como la muerte del angelito.

Ahora hay que luchar por brindarle a los jóvenes la posibilidad de salir adelante, con las herramientas que necesitan para esta modernidad que ya es el presente. Son nuestro futuro. Hay que apoyarlos.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.