sábado, 28 de noviembre de 2015

Enfermedades catastróficas



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              


Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.
Ramón Carrillo

Para escribir esta nota, en la que voy a tratar de referirme a las enfermedades catastróficas, hube de revisar y buscar en diversas fuentes la definición del tema. Sin embargo, encontré que son pocos los autores que se han enfocado al hecho de que existen enfermedades que acaban con el patrimonio, la tranquilidad y la salud del enfermo pero además, generan la ruina de la familia y ponen en graves predicamentos a los sistemas de salud.

Encontré la obra “Respuestas a las enfermedades catastróficas” coordinada por Federico Tobar, publicada bajo el sello de CIPPEC y visible en el enlace http://goo.gl/o1X6UI en la que se hace una disección muy exacta de lo que representan los efectos que hacen que una enfermedad sea llamada catastrófica, que sirven de soporte a esta nota y que a continuación se describen:

1. Alto costo económico. Citando al Dr. Ke Xu, en la obra de referencia aparece que una enfermedad se denomina catastrófica cunado el gasto en ella alcanza o supera el 30% de los ingresos de la familia. Por supuesto, el enfermo es incapaz de afrontar el costo de su propia enfermedad, precisamente por encontrarse enfermo, lo que le hace perder capacidad de ganancia y por ende, de los medios para solventar sus propios gastos.

2. Generan severos daños en la salud de quienes la padecen. En términos generales, se trata de enfermedades crónico-degenerativas o infectocontagiosas, para las que muchas veces no hay tratamiento válido en la actualidad, por lo que los paliativos existentes solamente ocasionan graves daños a la economía del enfermo y sin lograr su cura ni la remisión de la enfermedad.

3. Registran bajo impacto en la carga de enfermedad. Por carga de enfermedad debe entenderse la importancia de un problema de salud en un área determinada, combinando mortalidad y morbilidad. Así, resulta que ni los enfermos de riñón ni los que sufren de corazón o enfermedades como VIH, son un sector suficiente en la población para que los gobiernos asuman los costos, quedando por lo tanto a expensas de lo que cada uno por conducto de los sistemas de salud o de seguros privados, pueda costearse.

4. Su financiación desde el presupuesto de los hogares resulta insustentable. Se ha dicho que las enfermedades catastróficas son una inmensa fábrica de pobres, porque familias que gozaban hasta antes de la enfermedad de alguna pujanza económica, la pierden por completo al tener un miembro de la familia enfermo, tratar de costear los gastos y al final, ver con gran tristeza la muerte del familiar y también, la pérdida de los bienes de familia.

5. Presentan una curva de gastos diferente. En la mayoría de las enfermedades, los principales gastos y costos son al principio de la enfermedad, solo en cuanto aún no existe diagnóstico. Una vez que algún médico ha atinado en el curso de la enfermedad, se toman las providencias del caso y baja radicalmente el costo de medicinas, atención y demás. Sin embargo, en las enfermedades catastróficas, precisamente como el paciente no es logrado estabilizar, en cuanto a su salud, cada día se busca una nueva alternativa y se genera un costo adicional, lo que impacta negativamente en el bolsillo de la familia completa.

6. La mayor parte del gasto se destina a medicamentos. El mayor costo de medicamentos se encuentra en que cada vez se utilizan menos productos de síntesis química y por el contrario, cada día son más de tipo biotecnológico, que hace que sus costos sean mucho más altos.

7. Su cobertura es definida por vía judicial. Han crecido, especialmente en países latinoamericanos, los casos en que la atención se obtiene como resultado de un juicio seguido, casi siempre, en contra de los servicios públicos de salud. En México la Suprema Corte ordenó la construcción de un pabellón especial para atender a los pacientes de enfermedades infectocontagiosas, separada de los pabellones normales, lo que ha impactado en las finanzas del Instituto Mexicano del seguro Social.

8. La protección social de la población frente a las enfermedades catastróficas plantea dilemas de puja distributiva en la financiación sanitaria. Con esto se hace referencia a que para algunas enfermedades, se ha llegado al tope de lo que en ellas podría invertirse, a diferencia de otras en las que aún está en estudio y evolución los tratamientos a ofrecer al paciente.

Por ejemplo, la artritis reumatoide, se trataba solo con antiinflamatorios, con un costo aproximado a los 10 dólares mensuales, pero ahora se han incorporado agentes biológicos, cuyo costo mensual asciende a $3,000 dólares mensuales, cantidad que se aleja por completo de lo que los servicios de salud pueden costear por enfermo. Por ello, a pesar de que existe una forma de tener una mejor calidad de vida para los enfermos de artritis reumatoide, los sistemas de salud se han concretado a continuar con los tratamientos tradicionales de bajo costo.

La suma de todos los factores expuestos, genera un estado de malestar tanto en los administradores de los sistemas de salud como en la familia de los enfermos, pues no existe aún la manera de lograr una cura a la enfermedad y en muchos casos, no habrá. Por ejemplo, los quemados graves, cuyo costo de atención es altísimo, pueden durar mucho tiempo sin una verdadera remisión de la enfermedad y terminar con la pérdida de la vida, a pesar del altísimo costo en horas de atención generado.

Luego entonces, si ya se ha dicho que el único que puede solventar la seguridad social es el Estado vía impuestos generales, la propuesta queda en que la única forma válida de atender a un enfermo de cualquiera de las llamadas enfermedades catastróficas sea vía la seguridad social oficial. Cualquier otra forma de pretender lograrlo es una arrogancia que a nada bueno conduce.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.


sábado, 14 de noviembre de 2015

El reto de pensiones



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante      

Cada día aparece como noticia un nuevo yerro de las autoridades fiscales pues pretendiendo lograr un mejor control del pago de impuestos, van logrando hacer que la gente se aleje de las vías formales de captación de recursos vía bancaria, pues al pretender controlar todo, lo único que han logrado es perder el control de lo que en algún momento hubo.

El pago de impuestos sirve para sostener el andamiaje burocrático que permite a un país actuar, pues se deben pagar los gastos de administración del gobierno y también, la inversión y el gasto social.

Sin embargo, al darse cuenta que no es suficiente el ingreso, nuestro gobierno ha buscado hacer a un lado el gasto social, eliminando el soporte que secularmente se ha dado a las pensiones, que sin el apoyo oficial no pueden existir.

La trama del sistema social pende directamente del gobierno, único formalmente responsable de brindar seguridad social. Es una función que corresponde al Estado y que bajo ningún concepto puede ni debe delegarse en particulares.

La forma de soportar las pensiones es mediante impuestos, básicamente y puede utilizarse el apoyo de los interesados mediante aportaciones adicionales, voluntarias, a su cuenta de pensiones.

No existe en México la cultura del ahorro ni existe la cultura de pago de impuestos, precisamente por las veces que se ha visto cómo los gobernantes desaparecen los ahorros mediante devaluaciones y también, al ver el descaro de los robos al presupuesto.

La rendición de cuentas, la transparencia en el manejo de los fondos públicos, la imposición de sanciones y la vigilancia a cargo de los propios interesados, ha de cambiar la forma de vida de los mexicanos.

La propuesta es que cada uno aporte vía impuestos, paralelo al impuesto al valor agregado, un porcentaje del valor de los consumos que causan IVA para destinarlos a una cuenta de ahorros de cada uno de los mexicanos, de manera que sean más de 117 millones de cuentas y en consecuencia, que sean más de 117 millones de interesados en lograr que las operaciones ante los comercios queden registradas para que se les abonen los puntos del equivalente al IVA que se propone se destinen a la seguridad social.

Cada mexicano sabrá cuánto ha aportado porque tendrá control directo sobre su cuenta, de la que podrá retirar cada año el equivalente al 25% de lo ahorrado en el último año, precisamente en la fecha de su cumpleaños, para que sienta el legítimo orgullo de saberse propietario.

Por supuesto, el garante de la seguridad social, del servicio médico, de las pensiones, será el Estado por conducto de la dependencia que para tal efecto deba crearse. Lo que actualmente existe es insuficiente, tanto en edificios y equipo, como en el personal humano. La idea es una institución mucho más fuerte, independiente, que por sí sola controle lo que a la seguridad social le corresponde, de manera que México vuelva a ser líder mundial. Es tan fácil como soñarlo, ponerlo en práctica y ver los resultados. El sueño ya está. Lo demás lo tenemos que construir juntos.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.