domingo, 23 de agosto de 2015

La arrogancia del patrón




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante      


Quienes nos hemos dedicado al litigio laboral, conocemos la opinión que muchos patrones tienen de los juicios obreros: dales dinero y se arreglan. O la más fácil: a ti, abogado, te doy lo que sea pero ni un cinco para el trabajador. Y piensan que así van a quedar satisfechos y arreglados los asuntos.

Lamentablemente, si bien es cierto que en las juntas, tanto en las federales como en las diversas locales, los trámites son lentos y hasta podría decirse tortuosos, también es cierto que quien logra acreditar su dicho obtiene el triunfo y para ello, no se requiere ser muy sabio. Dedicado, sí.

Y ése es el punto a comentar. He tenido oportunidad de ver y conocer de litigios que se pierden, en contra del patrón, porque piensan que el obrero no les va a hacer nunca nada, que como son funcionarios públicos, o representantes de partidos políticos, o comerciantes adinerados o artistas famosos, nadie va a dictar en su contra un auto de ejecución. Y la verdad es que sí existen esos autos y sí les embargan carros, casas, cuentas bancarias y toda suerte de propiedades.

Reciben la notificación inicial de la demanda y tan fácil como no acudir. ¿Ves? ¡No fui y no me pasó nada! Claro, lo que no sabe es que apenas va empezando el proceso y faltan pasos, pero van a llegar y algún día se dictará el auto de ejecución y entonces andarán buscando quién les arregle, claro, con unos cuantos pesos, el mayúsculo problema en que están inmersos.

Es cuando el patrón, desesperado, busca a un abogado que haga milagros o un nivel más allá. Dicen: ¿Cuánto me cuesta que me quite el problema de encima? Y uno revisa el expediente, no lo que le cuentan y el diagnóstico es: Hay laudo firme, con orden de ejecución en su contra por cien mil pesos. Yo le sugiero que busque al trabajador y negocie con él. ¿Usted cree que con diez mil pesos tenga el trabajador? Es la pregunta del patrón. Mi respuesta: Vaya usted a tratar con él.

Claro, el trabajador ya está asesorado, ya siguió un juicio, tiene dos o tres años de estar peleando por lo que es de él legalmente y por supuesto que no va a acceder.

Promueva un amparo, dicen. Perfecto. Le va a costar tanto y sin embargo, el asunto va a seguir igual. Hay que pagar. Puedo ganar tiempo para usted, pero al final, va a pagar.

Después de dos o tres amparos, cuando ya le van a ejecutar, nos pregunta el cliente: ¿Y por qué tengo que pagar?

Porque no tuvo asesoría jurídica preventiva, es decir, antes de tener el problema con el trabajador, pero es parte de la cultura de los mexicanos. Lo jurídico es para cuando el asunto ya se perdió, no para prevenir los litigios.

Y así siguen los patrones, arrogantes, sabiendo que con dinero arreglan todo; pero, a veces, el dinero no es suficiente cuando la empresa trató a todos mal.

Lo ideal sería que buscaran el consejo jurídico antes de que las cosas vayan mal. Ése es el ideal, el deber ser. México es distinto, pero está cambiando. A eso habremos de apostarle.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.