domingo, 27 de mayo de 2012

Los jóvenes en política.




Un día, hace muchos años, tuve oportunidad de participar en política estudiantil, en la Escuela Preparatoria Lic. y Gral. Juan José de la Garza, en mi tierra, H. Matamoros, Tamaulipas. Ahí conocí a jóvenes como yo, inquietos, con ganas de cambiar al mundo y con la ilusión de hacer las cosas bien y conseguir un mejor México.

Los años pasaron. A algunos de ellos, los seguí viendo en la extrema izquierda, luchadores incansables pero sin el menor éxito. A otros, tanto de izquierda como de derecha y centro, los vi acomodarse en el carro de la revolución, donde cambiaron sus ideales por monedas, sus sueños por realidades en efectivo y su emoción social, por la extrema indiferencia del que todo tiene.

El tiempo me ha dado la oportunidad de verlos a unos y otros y también, a los que siguieron luchando, desde la derecha, la izquierda o el centro, pero sin perder de vista sus valores morales. Ahí, en la honradez, no importa la geometría política. Cuando una persona es digna de confianza, no existe pero que se le pueda hacer valer.

Hoy, veo a los candidatos que buscan el voto para llegar a la presidencia de la república. Me los imagino de jóvenes, cuando tenían sueños y entusiasmo y los pienso en su realidad, hoy, cuando todo está controlado por alguien, que ellos aceptan.

Así, ¿cómo se les puede creer?

Por otra parte, como padre de dos jóvenes universitarios y como maestro de muchos, en aulas de varias universidades, los veo con ganas, con sueños y con emoción, decir que son el 132 o que son más de dos millones o cualquier cosa que ahora se les ha ocurrido en la forma moderna que tienen de expresarse: las redes sociales.

Sin embargo, veo con miedo, con tristeza y con mucho cuidado, lo que está sucediendo en las redes sociales y que ya empieza a trasladarse a la realidad. Están generando una increíble intolerancia, todos y cada uno de ellos. Los que están a favor del rojo, no aceptan a los demás. Los del verde, menos y los del amarillo, parafraseando a Mario Moreno Cantinflas, no se aguantan ni solos.

La pregunta es: ¿Qué va a suceder cuando los que llevan 21 puntos de ventaja en las encuestas ganen? ¿Los demás van a aceptar su derrota? ¿Van a exigirle que decline por el bien de México?

La candidata, que se asume diferente y que ahora en las redes le dicen INDIFERENTE, tiene el apoyo del dinero, pero no del pueblo. El que piensa que es el mesías que necesita México, tiene algo de pueblo, pero no al dinero ni los votos. El que tiene los votos y algo de dinero, no tiene intelectuales de izquierda que lo apoyen y le hagan una campaña de altura.

Así, con esas increíbles fallas, ¿a cuál irle? ¿Cuál es el menos malo? O más bien, de los candidatos en juego, ¿cuál es el mejor para México, que es lo que nos debería importar?

Los jóvenes exigen su espacio. ¿Querrán realmente cambiar a México o estarán siendo usados por alguien, que les entrega en bandeja de plata lo que creen que quieren a cambio de obtener lo que busca?

La inocencia es obligación del joven. La imprudencia, también. Lo que necesitan es un adulto que los guíe por la senda correcta, como alega cada uno de los cuatro candidatos. Sin embargo… ¿cuál es el camino correcto? ¿Alguien está capacitado para explicárselo a los jóvenes?

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


domingo, 20 de mayo de 2012

Educación para conocer los derechos.


Ser maestro tiene muchísimos privilegios, increíbles y maravillosos. Uno de ellos, que por cierto es totalmente colateral, es que para dar clase tengo que ir al aula, obvio… y cuando el aula está en Acapulco, pues tengo que venir a Acapulco.

Fui a clase y todo ha venido siendo de maravilla. Entre clase y clase, vi pasar arena, sol, playa, bikinis y cosas de esas… que bueno, no quiero ser tan…. No sé cómo se dice.

Ahí, en la orilla de la playa, llegó el vendedor de botecitos de aceite para curar todo mal y también, para agarrar color como Palazuelos… así dijo el vendedor y claro, me compré uno para ver si me confunden con él, pues ya pregunté y ya estoy enterado que es un gran galán de televisión.

En la conversación con el vendedor, le pregunté si tenía derecho a seguridad social y se me quedó viendo con ojos de asombro y me pidió le explicara que qué es eso. Empecé de la mejor manera a decirle que si tenía derecho a ir al doctor del Seguro Social, a una pensión para cuando fuera viejito y cosas así. Me interrumpió y me explicó que su patrón le dijo que esos son derechos de los patrones, no de los trabajadores. También me dijo que sólo tiene veinticinco años trabajando con el patrón pero que tiene que cuidar su trabajo porque si falta un día lo despiden y como no tiene contrato escrito no tiene derecho a nada, ya que así le dijo su patrón.

Ahora el de los ojos de asombro fui yo… y todavía no acabo de digerir las palabras del señor que vende botecitos de aceite. Aún no acabo de comprender el tamaño de la ignorancia que le hace pensar que el derecho a seguridad social es sólo para los patrones, cuando lo cierto es que el patrón es el que menos seguridad social tiene… claro, bajo ciertos aspectos.

Ya estoy en el aeropuerto de salida a Monterrey y no quiero irme sin dejar por escrito mi preocupación por la falta de educación, de cultura, de conocimientos de la gente de México.

Aquí, en la barrita del restaurant, mientras espero la salida del vuelo, platicando con un señor le pregunté: ¿qué tema le gustaría ver en el periódico? Y me contestó: -hable de educación. Me dijo que él es ingeniero, egresado del Instituto Politécnico Nacional y que es una institución de primera. Me gustó el tono con que defendió su Alma Mater. Ya ven como soy… le pregunté que por qué quería que hablara de educación, que cómo es que quiere que hable mal de la educación en México si él es profesionista y disfruta de lo que ello implica.

La respuesta: porque debe ser para todos. Debe ser mejor y ayudar a la gente, a cada uno, a sacar lo mejor de sí, no a enseñarles lo que quiere o sabe el maestro. Ahí empezó mi cuestionamiento: La educación: ¿Debe ser para todos por igual? ¿Se debe enfocar a darle a cada uno aquello en lo que es apto para superarlo aún más, a costa de perder áreas en las que no es competente? ¿Cómo encontrar las diferencias? ¿Cómo descubrir las capacidades y sobre todo, las potencialidades de cada uno? ¿Puede una persona ser tan especializada en un tema que omita los demás, a costa de no tener una formación integral? Aún no tengo todas las respuestas.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


martes, 8 de mayo de 2012

Los 21 años de mi Dany.



El día 12 de mayo Daniel Ernesto cumple años. En esta ocasión, van a ser los 21, cifra mágica que significa lo que antes era la mayoría de edad.

Cuando se cumplen 21, uno cree que el mundo es suyo y así actúa, pero luego, cuando los años se van sumando y de pronto te das cuenta que hace mucho cumpliste los 21 y ahora es tu hijo el que lo hace, cambia la perspectiva y empiezas a pensar en lo que ha valido la pena.

Daniel Ernesto ha sido desde siempre inquieto. Si alguna palabra sola puede definirlo, sería esa: inquieto. Ha buscado la forma de indagar todo lo que ignora, desde el espacio en que se mueve hasta la razón última de las cosas.

Tengo presente, como si fuera hoy, los tiempos en que aún no nacía. Tina mi esposa y José Manuel, el mayor de nuestros hijos, y por supuesto yo, lo estábamos esperando con infinito amor y él, a quien su hermano le cantaba a su modo, como que hacía hasta lo imposible por ya nacer. Y nació y llegó a casa y desde entonces, ha sido un niño, primero, y ahora un joven, seguro de su valor y su valía.

Daniel Ernesto, mi Dany, me pidió que participáramos juntos en una competencia deportiva cuando él cursaba el kínder. Yo nunca he sido un gran deportista pero, por amor a mi hijo, participé. Lo que yo ignoraba es que la carrera sería con los pequeños cargados en la espalda y había que correr en torno a la manzana completa donde se ubicaba la escuela. Lo recuerdo… ¡claro que lo recuerdo! Obtuvimos el primer lugar y están las fotografías que así lo acreditan. Sin embargo, creo que aún no logro recuperar el aliento. 

Hemos visitado muchos lugares y cuando ya decidía que se había cansado, la situación para él era muy fácil: o se dormía o me pedía que lo cargara. De las dos maneras a mí me correspondía llevarlo en brazos y esos han sido de los momentos más felices de mi vida.

Y un día empezó a crecer y necesitó adquirir seguridad en sí mismo. Y llegamos a casa de mis amigos Armando y Anita, que tenían una reunión y a quienes no había podido saludar en muchos años. Obvio, Daniel no los conocía, pero encontró niños como él y se enteró que había nacido una camada de perritos y fue y se plantó, seguro de sí mismo, a pedirle a Armando, que no lo conocía, un perro. –¿Me regalas un perrito?–, fue la infantil pregunta, pues Daniel apenas cursaba segundo de primaria.

Y lo obtuvo y cargamos con Miel hasta Reynosa, que era donde vivíamos. Y mi Dany nos decía: –váyanse tranquilos, nos quedamos a cuidar la casa Miel y yo–. Como si una perrita Cocker Spaniel de unos cuantos días de nacida y un niño de segundo de primaria fueran garantía de cuidados, pero esa seguridad tenía mi Dany.

Y así, cuidó de Miel hasta que la vio partir muchos años después. Hoy atiende a un perrito que recogieron mis hijos de la puerta de la casa, maltrecho, enfermo y con pocas posibilidades de supervivencia. Claro, como mi Dany estudia Sociología y maneja términos y autores que yo nunca había oído nombrar, decidieron darle por nombre Marx, en honor a Karl Marx. Obvio, maneja juegos de palabras con el nombre del perro que hoy, parece todo, menos un miembro del lumpen social.

El tal Marx, ya bañado, bien comido, con sus vacunas y toda la atención del mundo, hasta parece de exposición. Eso sí, cada vez que tocan las campanas de la iglesia llora, no sé si porque le lastiman los oídos o por su tendencia al socialismo… o algo así.

Y he visto a mi Dany tratar a sus amigos, a las muchachas y a la gente que lo quiere y a la que él quiere y admira.

Lo veo ya como un adulto que sabe lo que busca, con las dudas del adolescente pero con respuesta de gente grande.

Mi Dany fue el que me dijo en una ocasión en que trataba yo de hacer algo, que mejor esperáramos a que llegara un adulto responsable, en clara alusión a su madre. Mi enojo fue mayúsculo y por supuesto que no lo atendí… aunque sé que lo debí hacer, pues echamos a perder lo que estábamos haciendo… todo por no escuchar la voz de la cordura en forma de hijo.

De hecho, el único en casa que maneja sus finanzas de manera sana, es mi Dany. Si sale de casa con cien pesos, va, gasta, invita y regresa con doscientos. Los demás, salimos con cien, no gastamos nada y ¡regresamos debiendo!!

Algo hace bien mi Dany que en la universidad no le han querido cobrar cuotas de reingreso, precisamente por ir con las mejores calificaciones. Se sabe todo, conoce cosas con las que yo ni siquiera he soñado y todavía me pide opinión.

Eso es la grandeza de espíritu. Hacer que los demás se sientan bien. Y Daniel Ernesto lo logra a la perfección.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


sábado, 5 de mayo de 2012

Las mentiras de Interjet




Son las 19:51 del sábado cinco de mayo de dos mil doce, venimos a bordo del vuelo 2118 de Interjet rumbo a Monterrey y el capitán está hablando. Trata de explicar que no pudo salir el vuelo anterior, el 2116, de las 17:40, que era para el que yo tenía boleto, porque el avión en que volaríamos no pudo llegar al aeropuerto de la Ciudad de México.

Lamentablemente para el piloto, cuya nariz ha de ser como la de Pinocho, sus compañeras en tierra, las que nos amenazaron con personal de la PFP para que no nos siguiéramos quejando, nos explicaron que el avión estaba ya listo pero no había tripulación.

Es decir, uno dice una cosa y otro, otra, como la Chimoltrufia.

Ese es el nivel de seriedad de las líneas aéreas en México, es el nivel que nos merecemos por quedarnos callados todos y es el nivel en que vamos a seguir mientras nadie se queje.

De hecho, permítame contarle que la gente que estaba en el aeropuerto, estaba molesta y ya a bordo del avión, me enteré que se quedaron dos pobres pasajeros… es decir, hubo quien ni siquiera tarde logró llegar a su destino.

Pero ahora voy por la razón del problema.

Resulta que los que son verdaderos viajeros frecuentes, entre ellos, un muy querido amigo que venía en el vuelo, me explicaron que cuando la salida de las 17:40 tiene poca gente y la de las 19:30 también, la aerolínea las junta, es decir, que es práctica frecuente y recurrente que cuando no se “llenan” los vuelos, sin el menor recato, sin respeto a los pasajeros y sin vergüenza alguna, con mentiras como la del señor que venía manejando el avión, juntan los dos vuelos y hacen uno solo, al cabo nadie se queja.

Lo más triste de todo, es que hubo en realidad poca gente que se quejó. Me duele ver la apatía, el desinterés de las personas por defender sus derechos. Ahí, en la bola, les dije que hiciéramos algo para protestar. Que de buen modo, como en el teatro, aplaudiéramos para que pudiera empezar el vuelo. Los tres o cuatro más molestos que estaban junto a mí, secundaron la propuesta. Los otros más de cien… no dijeron nada!!

Me hicieron saber que una de las muchachas que venía de pasajera, quiso pedirle a todos que nadie se subiera al avión, en señal de protesta y obligar a la línea a hacer algo. ¿Qué cuántos la secundaron? ¡Nadie!

Esa es parte de mi molestia con los mexicanos. No se vale aguantar todo sin quejarse. Si no somos capaces de defender nuestro lugar en un simple vuelo de Interjet, ¿cómo vamos a defender nuestro voto?

La dama de Interjet, la que dijo, hizo y arregló todo lo que quiso a su modo, mandó traer a personal de la PFP y éstos, accedieron a la voz del amo. Más calladitos todos.

Ya vamos a aterrizar. Ya anunciaron que en dos minutos empieza el descenso y por el micrófono nos agradecen haber volado con ellos. Claro, la que pasó recogiendo los vasos, me dejó con la mano estirada, con aquellos tamaños volteó y dijo: -ahorita lo tomo- y yo… en términos del artículo 20 constitucional me abstengo de seguir escribiendo para que no pueda ser acusado de ofensas.

Lo que aparece arriba, es sólo una relación sucinta de los hechos del vuelo, sin tergiversar la realidad un ápice.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com