martes, 30 de noviembre de 2010

La Oratoria. Darío Martínez Ozuna.


Un día, hace muchos años, allá por el dos mil dos, la Maestra Carolina de Español de José mi hijo le pidió que fuera el sábado a una clase de Oratoria en la Casa de la Cultura de Reynosa, en el tiempo que vivíamos en esa ciudad. José se subió al carro, lo comentó y lo olvidó. Nosotros, también. Obvio, el lunes la Maestra le preguntó por la clase y pues… no había ido. Se comprometió a ir el siguiente sábado.

Lo llevé, bajé y me entrevisté con el Maestro, que me pareció muy tratable y lo dejé. Regresé cuatro horas después por él y entré a despedirme del Maestro y escuché la parte final del curso. Me gustó. Al siguiente sábado llevé también a Daniel, el más pequeño y el Maestro igual lo recibió con gusto.

Con lo que yo no contaba es que Daniel me pidió que fuera a la semana siguiente con ellos y acudí. Y fueron diez meses en los que toda la familia asistimos con mucho gusto a aprender del arte de hablar en público, de pararse frente a un grupo a decir un discurso, de perderle el miedo al auditorio y de ver a jóvenes, apenas niños, que podrían ser verdaderos maestros de la Oratoria. Tina, mis dos hijos y yo obtuvimos un Diploma que acreditaba los diez meses y el nuevo conocimiento.

Hoy que vengo de nueva cuenta a Reynosa, me entero que Darío Martínez Ozuna es el Instructor a un nuevo Curso de Oratoria del Arte de Demóstenes que apenas va a empezar. Ha sido Campeón Nacional de Oratoria, autor de múltiples libros del tema, ha preparado a Campeones Nacionales, a líderes políticos y empresariales y ha forjado infinidad de Campeones estudiantiles.

Tiene 38 años de experiencia como Orador y como Instructor en el tema, conoce los laberintos de la materia y ofrece su conocimiento a niños, jóvenes, adultos no tan jóvenes e incluso, a quienes ya tenemos muchos lustros vividos.

Si Usted tiene la oportunidad, acuda a aprender.

Está ofreciendo inscripciones y señala sus teléfonos: (899) 927 7780, (834) 145 4407 y (834) 145 4416.

Aprender a hablar en público es un arte, es un deleite, es la tranquilidad de poder expresarte, de poder decir lo que sientes y además, saber que lo haces bien.

Sólo para su conocimiento, le comento que además, al aprender a hablar logra Usted la capacidad de poder escribir con claridad para poder engarzar las ideas de su discurso. Se abre su horizonte académico, ya que por fuerza aprende palabras que tal vez nunca hubiera conocido. Conoce amigos como los que tuve oportunidad de tratar y de los cuales, muchos siguen manteniendo muy cercano contacto.

En suma, es una oportunidad de oro. Y además, el Instructor, mi Maestro Darío, ¡es excelente!

Es cuanto. Dixit.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.


domingo, 21 de noviembre de 2010

La Tarjeta Feria


Hace ya unos meses empezó a tratar de implementarse aquí en Monterrey, como con poca voluntad y mucha imposición, el programa Tarjeta Feria, que consiste en que la gente paga por anticipado una determinada cantidad de dinero que se transforma en viajes en autobús de servicio público de transporte. Se trata, aducen, de un proyecto que tendrá beneficios para todos, pues al dueño del transporte ya no le robará el conductor, el pasajero no batallará con las ferias y se tardará menos tiempo el proceso de cobro. Bueno. Todo es cuestionable y a todo podemos encontrarle aristas.

De entrada, que los dueños de los transportes piensen que sus obreros les roban, es una afirmación que debe ser probada o retirarla. No es válido estimar que todos son como quien lanza la acusación.

Luego, el pasajero hace mucho que busca primero la feria exacta, la cantidad exacta para pagar pues los choferes nunca entregan cambio. Eso es cierto. Pero no roban al dueño, esquilman al usuario.

El tiempo de cobro. ¡Pero si son unos ases para cobrar! Ese no creo sea argumento válido.

Sin embargo, podrían, con algo de inteligencia, encontrar fortalezas en la propuesta. Es algo difícil, pues son muchas las trabas.

Hace rato me contaron que cuando una persona paga con la esa tarjeta, queda bloqueada por al menos diez minutos, para que no le sirve a otro de inmediato. Y me explicaron el problema. Salen en familia, tres, cuatro o cinco miembros y cada uno debe portar su propia tarjeta, pues no les permite el sistema pagar la cuenta de todos con una sola tarjeta, por los famosos diez minutos. Es decir, se supone que los regiomontanos son tan poderosos económicamente que pueden disponer de trescientos o más pesos para adquirir tres, cuatro o más tarjetas, recargadas, para poder hacer un viaje en familia. No es justo desde ningún ángulo y es una de las mayores oportunidades de mejora que presenta el sistema.

Otro, es cuando la ofrecen como lo normal y quien no la tenga, pagará el precio de su desobediencia. Es decir, al que no adquiera la tarjeta le incrementan y mucho el costo de cada viaje. Así no se logran las cosas, señores.

Si ofrecen la tarjeta como las del metro que tiene un costo normal y si compras varias, disminuye el costo, así debería ser la tarjeta feria.

Ofrecer como premio el que la gente compre esa tarjeta y no, como castigo para el que no lo haga un incremento en el costo del servicio. Eso, en política, se llama carecer de sentido social, de sensibilidad social, de atención al pueblo. Y tiene un costo que se paga con votos, con plantones, con revueltas y que llega a costar hasta presidencias municipales, gubernaturas y por qué no, cargos más altos. Cuestión de revisar la historia.

A los encargados de la tarjeta feria alguien debería sugerirles buscar un asesor social, alguien que conozca el tema y no sólo de pesos y centavos, de mercadotecnia empresarial, que a veces, las principales empresas son las socialmente responsables, las que parece que menos ganan y que resultan ser las más beneficiadas por la gente.

Yo sí pediría, que el día de mañana, que espero no sea muy lejano, se apruebe el proyecto de lograr seguridad social para todos, se permitiera que al comprar una tarjeta feria, una parte fuera para la futura pensión del titular de la tarjeta.

Ahí si les garantizo que la gente preferiría ahorrar para adquirir la tarjeta feria, sabiendo que una parte le será de utilidad palpable a cada quien. Sabrá la población que los gobernantes se preocupan y se ocupan del pueblo y no sólo de sus propios intereses.

Espero poder verlo. Ojalá no falte mucho.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini



domingo, 14 de noviembre de 2010

Del tiempo y el espacio.

El tiempo es un recurso natural no renovable que viene en unidades similares cada día. Lo que no se utiliza de manera correcta, no puede guardarse. Cada minuto, cada segundo, debe ser bien utilizado, debe ser aprovechado. La pregunta es... ¿Conforme a los valores de quién?

No es lo mismo el valor relativo que puede concederle un obrero que sabe que su jornada completa vale un salario mínimo, a lo que el ejecutivo que calcula sus minutos por el costo de sus honorarios. A éste, cada minuto le quema en las manos y aquél, quisiera alargarlos para no llegar a su casa a enfrentar la realidad.

Tal vez, el de los minutos caros no tenga otro afán que ganar dinero que a la larga, sólo sirve para comprar cosas que no tienen valor, pues se compran con dinero. Tienen precio, pero ese, se cubre con dinero. Lo que vale, no puede comprarse.

El otro, el de los minutos largos, el que no desea llegar, aquél a quien le pesa la vida en la espalda y no sabe la razón, ese busca que su tiempo sea largo, tan largo como han sido sus sufrimientos y a pesar de eso, muchas veces lo espera una familia que lo espera, que lo busca y lo procura con amor, algo que no puede comprarse con dinero.

El espacio… si bien los espacios son fácilmente medibles, pues son terrenos abiertos que se pueden localizar hasta por satélite, también es cierto que su valor es tan relativo que depende de múltiples variables para determinarse.

Cuenta la leyenda urbana de la reunión aquella en la que se encontraban los máximos terratenientes de Estados Unidos y cada uno contaba de sus miles de acres diseminados por todo el territorio. De repente, al llegar con uno de los Rockefeller y cuestionarlo, dijo: -sólo tengo diez hectáreas, pero en el corazón de Manhattan.

Y sí, sus predios superaban con creces cualquier otro.

Con un terreno en la isla más cara del mundo y todo el tiempo para disfrutarlo, ¿Qué puede distraerte? Igual. Si estás a la vera de la playa, sin dinero y como nativo, tienes todo el tiempo del mundo y un predio que te permite disfrutar una vida sana, pescar a tu gusto, levantarte a tus horas y alimentar a tu familia. La diferencia es que el de Manhattan tiene todos los males del mundo y el otro, no sabe lo que es la enfermedad.

¿Hasta dónde es válido luchar por nuestro tiempo, por nuestro espacio? ¿Cuándo vamos a poder disfrutarlo? Son muchas interrogantes y muy estrecho el espacio. Se acaba el tiempo y las dudas siguen.

Un abrazo!!

José Manuel Gómez Porchini

De la certificación en idioma español.

Cada día que pasa me voy dando cuenta que en nuestro país, a los jóvenes pareciera que les están quitando el gusto, el interés y aún el amor por su lengua nativa, el idioma español, pues a pesar de que los que tienen la fortuna y el privilegio de estudiar en universidad, son capaces de manejar y con maestría las materias de su especialidad, a la mayoría pareciera importarles poco que precisamente para comprender los textos que han de estudiar, requieren del lenguaje escrito y verbal.

Efectivamente, cuando el alumno no es capaz de realizar una suma de manera correcta, no le permiten acreditar la materia, como cuando no se sabe las capitales de los países o las fórmulas químicas.

Sin embargo, ese conocimiento muchas veces no será significativo en sus vidas, pues el que quiere estudiar para médico, tal vez poca utilidad le represente saber el nombre de la capital de Uganda.

El idioma, el lenguaje con que comparte y trasmite los conocimientos, ese sí será para siempre parte de su vida. Y tal vez, sea el saber que menos importancia merezca de muchos de sus maestros. No encuentro otra lógica más que pensar que el maestro no corrige los yerros precisamente porque él no los identifica. He conocido maestros de primaria que le enseñan al niño que el fruto de la parra es la uba, cuando Usted y yo sabemos que se escribe uva.

Por ende, si el menor aprende mal la palabra, así será correcta, al menos para él y el día de mañana, cuando deba enfrentarse al mundo real, será obligado a corregir sus errores pero siempre a muy alto costo.

Hoy vengo a proponerle a Usted, mi querido lector, me apoye en lograr que se realice un examen de conocimientos del idioma español a todos nuestros jóvenes educandos.

Que conozcan las palabras que le dan belleza a nuestro lenguaje, que sepan de la diferencia entre la visera que nos permite resguardarnos del sol y la víscera que forma parte del cuerpo, que cuando es cardiaca, nos permite enamorarnos y nos mueve a expresar nuestros sentimientos.

Que si bien el vaso puede estar medio lleno o medio vacío, según la óptica de quien lo observe, también es cierto que el bazo ha de estar íntegro, sin daño, como víscera que es.

Existen tantas voces parecidas pero con significados tan distintos, que no es posible pretender exigirle a nadie las conozca todas. Pero sí, cuando menos, que sepan que la sima es distinta de la cima. Que ésta es la parte superior de una cumbre y aquella, la peor hondonada.

La propuesta formal es que se practiquen concursos, que se otorguen premios, que se invite a los jóvenes a escribir correctamente para que estén en posibilidad de poder expresar a plenitud sus sentimientos, sus preocupaciones, sus afanes y por qué no, también sus penas y sufrimientos.

Además, ayudarles a aprender a hablar, sobre todo en público. Que practiquen lecturas en voz alta, solos y frente al grupo.

Como Maestro que he tenido el privilegio de ser, he visto a nuestra juventud temblar al pasar al frente del salón a comentar la clase. Los que dentro y fuera del aula gritan y son líderes, demuestran pánico escénico al tratar de explicar los apuntes de clase por ellos mismos elaborados. Su vocabulario se reduce a un mínimo conformado por tres o cuatro palabras y todas, seguidas por el ya clásico wey. Si wey. No wey. Ya wey. Y creo que además, así se llaman todos.

Están en la edad en que pueden aprender. Vamos a interesarlos en el tema.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.


domingo, 7 de noviembre de 2010

Seguridad Social Sustentable.


Siguiendo al Maestro Gustavo Arce Cano, estimamos que la Seguridad Social es un asunto que compete al Estado como ente encargado de velar por los ciudadanos y por lo tanto, al Estado corresponde allegarse los medios para soportar el costo que representa brindar pensiones, servicio médico y todos y cada uno de los demás componentes de la actual seguridad social, mucho más amplia que lo anteriormente conocido.

Sin embargo, el Estado moderno cada día parece ser más ineficiente a la hora de recaudar impuestos, su principal fuente de ingresos y en consecuencia, cada vez cuenta con menos recursos, a pesar de que paradójicamente, tenga más dinero. Crecen las necesidades, aumentan los usuarios y baja la captación. Por eso, el pilar de la recaudación para seguridad social, el Instituto Mexicano del Seguro Social, disminuido cada día más, se torna agresivo, feroz y hasta grosero en sus cobros, sin que por ello logre su cometido de juntar dinero.

Ahora, la respuesta puede estar en la propia ciudadanía. ¿Cómo lograr que sea financieramente sustentable nuestra seguridad social? Fácil, muy fácil. Brindándoles a las personas la posibilidad de juntar dinero, de ahorrar a lo largo de su vida mediante un mecanismo que permita, a cada uno, ir construyendo ahorro en base al gasto que realiza, con independencia de lo que origine con motivo de una relación laboral formal.

En la actualidad, sólo quien cuenta con un empleo formal puede tener acceso a un sistema de seguridad social. Quien trabaje por su cuenta, como profesional independiente, como lo que ahora se denomina “comercio informal” y muchos otros ejemplos, carecen de dicha relación formal y por ende, no son sujetos a las prestaciones de seguridad social.

Sin embargo, no existe obligación de ninguna índole de que sólo quien cuente con un empleo formal pueda tener acceso a pensión. Válidamente, puede crearse y es lo que se propone, se establezca una forma distinta de seguridad social ya no soportada por el pago derivado de una relación laboral formal, si no, que sea destinando el equivalente a tres puntos de IVA a volver autosuficiente el sistema de seguridad social en México.

El propio gobierno acepta, admite y reconoce que existen evasión y elusión fiscales del orden de un cuarenta por ciento de lo que se capta, es decir, si logra recaudar seiscientos mil millones, tendrá reconocida una fuga de doscientos cuarenta mil millones de pesos por concepto de IVA que no es capaz de hacer llegar a las arcas oficiales.

En el momento en que la población en general tome conciencia de que sus gastos, si se registran mediante una tarjeta electrónica que permita la certeza de operaciones con IVA, la misma población será la primera interesada en hacer que el vendedor le acredite en la cuenta creada a nombre de cada uno, ese equivalente de tres puntos de IVA, lo que permitirá tener un ahorro interno de más de ciento ochenta mil millones de pesos, si atendemos la información oficial de que cada punto de IVA importa alrededor de sesenta mil millones de pesos, pesos más, pesos menos.

En consecuencia, habremos logrado ahorro interno y lo mejor, habremos logrado tornar sustentable, por sí y ante sí, un sistema de pensiones basado en el gasto, no como actualmente ocurre, que atienden a la relación laboral formal.

Si logramos hacer que cada uno sea titular de su propia seguridad social, si logramos que México sea el primer país del mundo en brindar seguridad social universal, que válidamente puede incluir seguro de desempleo, pensión a los adultos mayores y a los que sufren pérdida de la capacidad de ganancia, apoyo para adquisición de vivienda, estímulos para estudiar y cambiar el futuro de nuestros jóvenes por uno mucho mejor, habremos logrado la diferencia que hemos venido buscando hace mucho.

Podremos decir que el destino de nuestros esfuerzos, VALE LA PENA.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini

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lunes, 1 de noviembre de 2010

Seguridad Social


En México y en el mundo, la forma de que una persona pueda llegar a tener seguridad social es cumpliendo los requisitos del sistema en el que se encuentre inscrito. Es decir, para tener derecho a una pensión y a servicio médico, dos de los más importantes componentes del sistema, se requiere completar el tiempo y las demás exigencias del patrón.

Por ende, no es válido cambiar de sistema pues no se reconocen mutuamente los múltiples que coexisten en México, en el que hay uno por cada entidad federativa, por cada Universidad Pública, por cada Organismo Público de regular o mayor envergadura, con independencia del IMSS y del ISSSTE.

Los muchos profesionistas independientes que pagan impuestos pero no están sujetos a una relación laboral formal, no tienen la ilusión de optar por una jubilación y eso, es una de las causas de que los mexicanos hayan ido perdiendo la fe en el país.

Ahora me permito poner en sus manos una propuesta que ojalá encuentre acogida. Una forma diferente de hacer la seguridad social.

Se trata de aprovechar los medios tecnológicos existentes y crear un sistema de lealtad a favor de cada mexicano que pague IVA, pues se pretende que tres puntos de IVA se envíen a una cuenta de ahorros de cada uno de los ciento siete millones de mexicanos que somos, para lograr tener los fondos y brindar pensiones y servicio médico a favor de todos.

Se combate el comercio informal, se atacan la evasión y la elusión. Se logra un ahorro interno de doscientos mil millones de pesos al año.

Actualmente, la única forma es permaneciendo casi como esclavo en un solo sistema de seguridad social, sin posibilidad de cambiar de empleo pues se pierde la antigüedad ante el sistema.

Lo que se propone, es que cada uno sea titular de su propia seguridad social, con independencia de que tenga o no una relación laboral formal, es decir, no es requisito tener un empleo para acceder a la seguridad social.

Se trata de que cada uno vaya juntando el equivalente a tres puntos de IVA en su favor en cada operación gravada con el impuesto, de forma que después de 60 o de 65 años, como lo determinen, todos, absolutamente todos puedan tener derecho a una pensión y demás prestaciones derivadas de la seguridad social.

Para que cada uno tenga interés en su cuenta, se plantea que, a título de dueño, pueda retirar sin costo u obligación alguna, el equivalente al veinticinco por ciento de lo ahorrado precisamente en la fecha de su cumpleaños. Así, nunca habrá un retiro masivo de fondos y la gente tendrá la certeza de que su dinero, está a salvo.

Se plantea también, agregar un párrafo al artículo Cuarto de la Constitución, así como modificar varias leyes, entre ellas, lo relativo al Impuesto sobre la Renta, de tal suerte que sólo quien obtenga un ingreso superior a UN MILLÓN DE PESOS ANUALES quede obligado a presentar declaración de impuestos. Los demás, con el pago de IVA será suficiente para obtener mayores recursos que los que actualmente se recaudan.

Es importante también mencionar que la gente tiene desconfianza al gobierno y sus acciones. Por eso, se sugiere que la conducción del sistema quede en manos de un consejo ciudadano, ajeno a los políticos y que responda ante la ciudadanía, con todo lo que ello implica.

Lo único que se necesita es la voluntad política de hacerlo a favor de los mexicanos. Lo demás, ya está listo y está a su disposición.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
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