lunes, 18 de octubre de 2010

La salud como verdadero Derecho Constitucional.


Aparece en el texto constitucional: “TODA PERSONA TIENE DERECHO A LA PROTECCION DE LA SALUD. LA LEY DEFINIRA LAS BASES Y MODALIDADES PARA EL ACCESO A LOS SERVICIOS DE SALUD…”. El problema es saber cuál ley nos va a limitar o establecer ese derecho.

Una, son las leyes derivadas de las relaciones de trabajo. Que la ley del IMSS, la del ISSSTE, la de las diferentes dependencias que por su cuenta proporcionan seguridad social, los contratos colectivos de las universidades públicas y demás. Otra, es la ley de salud que indica lo relativo a las instituciones públicas de asistencia social.

Para tener acceso a las que derivan de una relación de trabajo, obvio, se necesita esa relación. La asistencia social es limosna, no derecho.

Los empleados y sus familias suman aproximadamente cincuenta millones de mexicanos con derecho, no muy derecho, para tener quién los cure. ¿Y los demás? ¿Los otros cincuenta y siete millones de mexicanos?

Esa es la problemática que le planteo. La forma de lograr otorgar como derecho y no como limosna el servicio médico a los que faltan, de los cuales, muchos, la mayoría, produce y participa de la sociedad. Efectivamente, la antigua y obsoleta idea de que sólo quien tenga una relación laboral formal ha de tener acceso a los sistemas de salud, ya debe quedar en el pasado.

Ahora debe plantearse un acceso universal, un derecho para todos, en base al gasto. Es decir, que cada uno de los mexicanos, tenga derecho a servicios de salud y más adelante, al cumplir la edad fijada, a una pensión. Y lo único que se necesita es que el gobierno logre crear “Clientes Frecuentes” de Hacienda mediante una tarjeta que se utilice en cada compra que hagan las personas, de la que una parte equivalente a tres puntos de IVA se destine a una cuenta de ahorros de cada quien en lo particular, de la que se podrá lograr soportar el gasto que se origine.

Ya está estructurado. Ya está desarrollado. Ya puede ser una realidad y está a sus órdenes. Está en mi blog.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
http://mexicodebesaliradelante.blogspot.com/

jueves, 14 de octubre de 2010

Del origen del problema.


Ayer escuché unas palabras que me lastimaron profundamente. El lavacoches me dijo: -Licenciado, hace rato me mataron un sobrino los federales. Ya ve Usted que como no alcanza el dinero, se tuvo que meter de malo y un soldado lo mató. Ni modo. No nos alcanza.- No supe qué contestar. Me quedé helado, pues en unas cuantas frases, expresó el sentir de todos.

Y sí, la realidad social es que la gente no tiene empleo. Que para los jóvenes y también para los viejos, no existe un futuro ni menos aún, una esperanza de obtener algo.

Claro, siempre habrá quien tenga el mundo a sus pies, quien pueda encarar la vida con ánimo y con posibilidades de ganar, pero la inmensa mayoría de nuestros jóvenes, carece de lo necesario para optar por una vida ya no de lujos, sólo digna.

No cuentan con la preparación necesaria para enfrentar la vida. Lo único que saben hacer es ofrendar sus vidas a cambio de unos pesos. No tienen otra opción.

Y siguió el lavacoches. –Mi hermana pidió un préstamo de siete mil pesos pero el señor le cobra mil pesos por semana de intereses y no ha podido pagarle. Cada semana que no paga crece la deuda y también los intereses. No va a salir nunca. Por eso mi sobrino aceptó la oferta. Le dijeron que le daban veinte mil pesos por semana. Nunca los va a ganar acá, pues no tiene más que primaria terminada y no era bueno para la escuela.

¿Se da cuenta cómo puede resumirse la realidad de México en unas cuantas palabras? Nuestros muchachos no están preparados mas que para ser carne de cañón, ellos y prostitutas, las muchachas. Así no van a llegar a ninguna parte.

Cierto, el culpable es el sistema social.

Pero debemos también, buscar otras fuentes, otro origen al problema y creo que lo encontramos en los altos, altísimos réditos, en los intereses inmorales, indebidos, inaceptables que cobran los prestamistas y también, esos negocios que todo son, menos banqueros.

Al banco se le ha definido como aquél que te presta un paraguas cuando hace sol y en cuanto empieza a llover, te lo pide de regreso. Es decir, no arriesga.

Pero el sistema bancario en México, no presta el paraguas. Sólo lo muestra y, así, cobra y bastante.

Las comisiones que encajan a los cautivos cuentahabientes, van más allá de toda proporción. Se apartan de las sanas prácticas del comercio e incurren, a decir verdad, en lo que la ley ha definido como el delito de usura o mejor dicho, en asalto, que es el atraco en despoblado.

Los senadores y diputados, esos nuestros tan patriotas legisladores, acaban de aprobar una ley que según ha de controlar esas comisiones para que nunca vuelvan a saquear al pueblo.

Los bancos omitieron todo lo que se les prohibió. Claro, son tan responsables. Por supuesto, el mismo día que cancelaron unas, crearon otras comisiones y cargos aún más bravos, más feroces y más inmorales que los eliminados.

Así, nunca va a poder salir nuestro pueblo de su estado actual de cosas y va a seguir siendo un proveedor de jóvenes para la guerra sucia.

Se impone que el gobierno declare una tregua a favor de los particulares y de las empresas que les permita respirar, tomar aire, solventar sus necesidades y entonces sí, establecer una sana práctica bancaria donde el diferencial entre lo que pagan al ahorrador y lo que cobran al deudor, sea decente. Actualmente le pagan a Usted, por su dinero, entre el seis y el ocho por ciento anual. Si Usted lo pide, puede llegar el cobro a entre el ochenta y el doscientos por ciento anual. Se aparta de toda lógica, de toda decencia y de toda honestidad.

El día que le permitan al ama de casa, al profesionista independiente, al padre de familia, al pequeño comerciante, disponer de su propio dinero, ese día empezará a cambiar la situación de México.

Mientras todos obtengan tajadas inmorales de las ganancias de la gente, seguirá habiendo problemas.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

sábado, 9 de octubre de 2010

De la pérdida de la confianza.

Una de las causales de rescisión de la relación laboral sin responsabilidad para el patrón, es la pérdida de la confianza. Al ser subjetivo el término confianza, se carece de indicadores ciertos, de datos duros que nos permitan demostrar la existencia o la ausencia de dicha confianza. Obvio, si Usted, mi querido lector, es dueño de la empresa y “le parece” que el empleado abusa de sus funciones, que toma objetos propiedad de la empresa sin podérselo comprobar o simplemente, le parece que no es sujeto digno de fe, Usted le retira la confianza y por ende, procede a despedirlo de su puesto de trabajo.

No existe para el empleado, defensa alguna ante tan subjetivo elemento. Sin embargo, el patrón puede despedirlo y lo hace. Punto. Ahí termina la relación laboral.

Lo que hoy trato de decirle a Usted, es cuando la situación es a la inversa. Entra Usted a laborar a una empresa que de tan grande, no tiene un patrón cierto. O simplemente, está Usted como empleado de gobierno, donde nadie es el dueño. De pronto, toma Usted conciencia de que uno de los jefes, ya sea su superior directo u otro cualquiera, está incurriendo en acciones deshonestas o simplemente, para Usted no es digno de confianza.

En ese caso, ¿qué será lo correcto? La Ley Federal del Trabajo no contempla esa posibilidad, pues si bien establece como causal de rescisión de la relación laboral sin responsabilidad para el trabajador, que el patrón incurra en alguna de las prohibiciones expresas que sobre él pesan, también es cierto que la pérdida de la confianza no entra en esos supuestos.

Y aquí tenemos, de pronto, la dama o el caballero que son molestados sexualmente por el superior; el obrero que toma nota que los productos que fabrican, son sustraídos por el jefe o por el responsable de reportar los robos. ¿Ante quién se puede quejar, si el encargado de evitar malas acciones es quien las comete?

O también, cuando el empleado de gobierno se da cuenta que los nuevos jefes vienen sólo a dar cuenta de los haberes de la oficina, que por cierto, ha cuidado y protegido por más de veinte años. Esos bienes y la imagen de la oficina, el jefe la arrastra por el suelo sin el menor miramiento. Al impartir órdenes absurdas, contrarias a derecho, que el empleado está obligado a acatar so pena de ser separado por habérsele perdido la confianza al desobedecer al superior, son las que provocan las insurrecciones, la molestia del obrero y por supuesto, las fallas en la empresa. Conste. Reitero que se da tanto en la industria privada como en gobierno.

Ahora bien, si el empleado se siente y actúa de manera muy digna, reprochándole al jefe carente de escrúpulos su actitud, obtiene como resultado ser invitado a separarse de la empresa y más aún, la propia ley establece en su favor, el derecho a dar por rescindida la relación laboral y que se le paguen todos los privilegios establecidos para el cargo.

¿Será correcto que por un jefe indigno el empleado tenga como sanción quedarse sin empleo? ¿Es válido que la secretaria que se entera de los “negocios” del jefe deba callarlos, pues si no, pierde el empleo?

Someto a su consideración lo expuesto. Ojalá pueda Usted, darme una respuesta.

Vale la pena

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com